Bienvenidos a mi blog particular donde espero que os sintáis como en casa y donde están guardadas muchas cosas buenas y no sólo la esperanza como en la caja de Pandora.

Disfrutad y pasad un buen rato, espero que después de recorrer mi Caja Particular salgáis sabiendo algo más de mí. Y por supuesto, cualquier opinión es bienvenida.

Saludos, un beso y un fuerte abrazo. Elo.

lunes, 7 de diciembre de 2009

¿ La Novela o la Película?



Creía que era una regla de oro la de que una Novela siempre era mucho mejor que la Película que se generaba a posteriori en base a ella, normalmente porque la idea madre solía estar más y mejor desarrollada en las páginas escritas, y además nos daba la oportunidad de que nuestra imaginación volara e inventara a su antojo personajes, lugares, situaciones...

Pero está claro que cualquier norma tiene su excepción: en el caso que nos ocupa, "El Secreto de sus ojos", ví primero la película. No entraré a hacer la crítica porque hay hecha una promesa firme de hacerla conjuntamente con mi amigo Javier, que además me acompañó a verla, y no voy a romperla.
Sólo diré que me conmocionó, me emocionó por la historia, por las interpretaciones de los grandísimos actores y por la belleza de las imágenes.

¿Esto qué provocó? Que me lanzara al día siguiente a la librería más próxima para conseguir la novela de Eduardo Sacheri.

Ayer acabé de leerla y debo decir que llevo bastantes horas luchando conmigo misma, intentando decidirme por una de las dos opciones: novela o película. Al salir de ver el film, creía que era una historia fantástica, perfectamente acabada, redonda, sin fisuras, inigualable,pero.... me equivocaba.

¿Por qué? Pues porque el señor Sacheri había rizado el rizo: la novela es diferente en bastantes puntos y varios de ellos muy importantes, pero son dos ideas increíblemente perfectas, nuevas, diferentes a todo: escribió una novela maravillosa y aún así, con la ayuda del director del film Juan José Campanella, se permitió la licencia de cambiar muchos pilares de la novela, haciendo un producto que sin separarse ni ahogar la idea del libro se convierte en una unidad nueva y también preciosa.

Por una vez, no me decidiré ni por una ni por otra: son dos bellezas que forman una obra de arte conjunta. Felicidades y sobretodo, gracias Eduardo Sacheri!.

miércoles, 8 de julio de 2009

Jorge Bucay


Hoy va dedicado el día a aquéllos "Dioses" que me hicieron cambiar mi planteamiento literario.
Este argentino nacido en 1949, psicodramatista, es el creador de obras de autoayuda. Y por ésto decía lo de mi cambio de visión. Siempre había visto a éste tipo de obras como algo muy aburrido y que además intentaba "redirigirme", y por tanto, las rechazaba.
En cambio he asistido con verdadera emoción a la lectura de varios cuentos de Bucay, en los que te enseñan las miles de caras que tiene la vida, y a la vez, como afrontarlas, y todo ésto mientras te está narrando una fábula maravillosa que hace que las lágrimas acudan a tus ojos, por lo bello de las imágenes y a la vez por la simplicidad y acierto con los que te llegan a ésos aspectos vitales.
He leído cuentos sueltos que forman parte de algunas obras suyas, como : "Cartas para Claudia", "Dejame que te cuente" o "Cuentos para pensar". Aún no tengo ninguna de ellas, pero pronto éso cambiará jaja.
Como muestra, os dejo ésta lectura del mismo Bucay de uno de sus cuentos: "Las alas son para volar". Espero que lo disfrutéis

Antonio Machado


Este gran poeta integrante de la llamada Generación del 98 nació en Sevilla en 1875 y murió en Collioure, Francia, en 1939.
Recuerdo que para mí el encuentro con su obra fué algo muy impactante. Personalmente no soy una amante de la poesía, ya que ésta suele ser algo demasiado íntimo y codificado para alguien como yo.
Sin embargo, descubrí con gran emoción que sus versos románticos, neomodernistas expresaban a través de imágenes bellísimas sus sentimientos más íntimos, emociones humanas que por tanto todos nosotros hemos experimentado alguna vez.
El resultado fué que me pasé varios meses recorriendo sus Poesías Completas, indagando, sufriendo, emocionándome con aquellas palabras tan bien conjuntadas, y aún hoy es uno de los libros que tengo en un lugar preferente de mi biblioteca, y que ojeo de vez en cuando.
Resaltar: para mí, "Soledades" y "Campos de Castilla" son sus obras clave.
Gran artista con una vida plena de emociones, tanto en su obra como en su día a día.

lunes, 29 de junio de 2009

Soledad



Aquélla que se hace llamar amiga mía se acerca sonriente con mi pastel de cumpleaños, con un verdadero infierno de velas encendidas encima, en su papel de perfecta anfitriona de la fiesta sorpresa que me han preparado todos éstos extraños para mí.


Intento dibujar una sonrisa, mantenerla, dominar la situación. Al fín y al cabo ha sido un detalle que se hayan tomado todas éstas molestias, ¿no?. No debo hacer caso a la idea que me ronda desde que ha empezado todo éste teatro: en realidad la fiesta no es exclusiva para mí sino, que se celebra otro cumpleaños más. Jamás me dedicaron un evento a mi persona en particular, pero éste año lo tenían muy bien organizado... "así matamos dos pájaros de un tiro jaja", aún oigo las palabras en mis oídos.


Soplo las 40 velas un poco ruborizada y una veintena de personas rompe a aplaudir. Me siento un poco incómoda, observada. ¿Será porque todas las miradas están cargadas de educación o aburrimiento en vez de sinceridad?.


Las recorro una a una cuando brindamos con cava: los divido por grupos imaginarios y en primer lugar me fijo en mis amigos, en aquéllos que hace muchos años me hacían sentir cómoda, acompañada en el viaje de la vida, que tenían una palabra de apoyo y que conocían mis reacciones igual que yo misma. A día de hoy no conocen a la mujer en que me he convertido, no me aceptan tal y como soy y cada vez están más lejanos, pero bueno, es una sensación recíproca, pienso fríamente mientras trago un sorbo de cava.


Luego están los agregados, los conocidos, los amigos indirectos se podrían denominar.... los maridos, mujeres, o nuevas adquisiciones de los últimos tiempos para los cuales eres únicamente una pieza más del mobiliario, alguien de quién poder criticar sus aventuras vitales en las reuniones sociales. Realmente... ¿qué hacen todas éstas personas celebrando algo mío?


He terminado un par de copas respondiendo vanas preguntas, tan superficiales que ya ni las recuerdo, así que relleno un vaso con whisky y paseo por la terraza. Me apoyo en la baranda y miro las luces de la ciudad, hace una noche perfecta. Corre una ligera brisa que me alborota el pelo y mece mi vestido. Me doy media vuelta y mi mirada se posa en mi pareja.


Mi pareja.... ésa solución a medias para evitar la soledad y que me ha traído una soledad más dolorosa, la que sientes en compañía, ya conocida otras veces por mí. ¿qué es lo que me hace estar al lado de ésa persona?.... en su día no fué una pasión desbordante, no me conoce en profundidad, no es el compañero que yo necesito y pienso si no seremos la mentira recíproca que nos hemos buscado.


Vuelvo a mirar a la ciudad. Hoy cumplo 40 años y no tengo a nadie a quién realmente le importe para celebrarlo. Llevo un rato aquí apartada y ni se han percatado de mi ausencia. Es lógico, mi presencia es totalmente prescindible.


Un ruido me saca de mis pensamientos, ha llegado un coche y ha aparcado justo ahí abajo, en la puerta del edificio. Es un coche rojo, desde aquí no puedo ver qué tipo de vehículo es pero hay algo que me atrae en él.
Un coche rojo... siempre quise tener uno de ése color. Empiezo a imaginar lo que sería cogerlo ahora y marcharme conduciendo sin rumbo fijo, sin prisas, sin itinerarios, sólos él y yo alejándonos en la noche.
El color me llama como un punto en mi retina, no puedo apartar mi mirada de él, ni siquiera cuando trepo al balcón y me quedo allí de pie, tan sólo un minuto. Primero tengo algo de vértigo, luego miedo a caerme, pero.... ¿miedo a qué? ¿a aquéllo rojo de ahí abajo que es lo más real que he vivido en toda la noche?.


El viaje ha sido realmente rápido... no me ha dado tiempo a oír los gritos procedentes de la terraza, ni alguna carrera para impedir la mía, sólo he notado brevemente cómo el aire ha rozado mis mejillas antes, de que el coche haya parado mi caída y yo haya llegado a mi destino.

domingo, 17 de mayo de 2009

Melancolía

"Yo voy soñando caminos
de la tarde. !Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón."
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguada espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada"."
Antonio Machado. Orillas del Duero.

Amapolas



Lucía sonrió a la criada que le traía el nuevo vestido recién planchado, un vestido blanco con pequeñitas flores rojas estampadas que hacían juego con su pelo color de vino oscuro y que sus padres le habían regalado especialmente para aquél día. Se sentó en una silla y se abrochó los zapatos de color nacarado. Se ajustó el vestido con un lazo color carmín en el talle y se sentó delante del tocador para recogerse el pelo. Se empolvó la cara, se pintó levemente los labios y se puso unos pendientes y su pequeña medalla dorada.
En ése momento entró su hermana, tan sólo dos años más pequeña que ella, con una gran sonrisa y los ojos brillantes para decirle que ya habían llegado los invitados y que debían bajar al salón, así que las dos se cogieron del brazo y salieron de la habitación dejando un aroma de perfume de jazmín tras de sí.
En la habitación principal de la casa estaban sus padres, su abuela, su tía materna, su novio Elías y los padres de éste charlando en pequeños grupos distribuidos aquí y allá, alrededor de una mesa con el café preparado y repleta de dulces y pasteles. Al entrar ellas todos se giraron para mirarlas, Elías le dedicó una amplia sonrisa y se acercó para cogerla suavemente de la mano.
Se fueron sentando poco a poco alrededor de la mesa y tomaron la merienda acompañada de una animada charla. Elías la miraba con ojos embobados y ella bajaba su mirada mientras notaba cómo se sonrojaba. Los nervios le causaban la sensación de que el tiempo se alargaba pero al cabo de un rato, las criadas entraron para retirarlo todo.
Ellos pasaron al fondo del salón y se acomodaron en unos grandes sofás de principios de siglo, Elías y Lucía juntos en el mismo sofá y los demás se sentaron alrededor.
Se fue haciendo el silencio y ella miraba de una en una las caras de su hermana, de su madre y de su familia para intentar tranquilizarse.
El le cogió la mano, cosa que hizo que ella le mirara fijamente y con una sensación de nervios e impaciencia. Entonces le entregó el anillo de compromiso y ella le dio una cajita con un reloj. Elías le apretó la mano, le sonrió, le acarició la mejilla y el silencio se rompió.
Su hermana y su madre se acercaron para felicitarla y su padre le estrechó la mano a su futuro yerno y a su padre.
El resto de la tarde la pasó exultante de alegría y cuando los invitados se levantaron para marcharse, Lucía acompañó a Elías hasta la salida del jardín.
Para despedirse, él se agachó y recogió una amapola y enganchándosela en el pelo le dijo "tu flor preferida para un día muy especial". Se dieron un tímido beso y él se marchó.
Ella se quedó mirando como desaparecían por la calle mayor y cerró la verja. Se dio la vuelta y mientras caminaba por el jardín recogió otra amapola. Su rostro se ensombreció y su mirada se volvió gris.

Era bien temprano por la mañana y ella caminaba como cada día hacia la iglesia atravesando el pueblo y unos campos de cereales. Estaba entrando la primavera y el campo era un manto de espigas verdes plagado de amapolas rojas.
Llevaba un vestido de color rosa y guardaba en la mano su rosario y su bíblia. Andaba por el camino polvoriento que recorría el sembrado y miraba alrededor con curiosidad. Sin embargo, no lo vió aparecer hasta unos metros más allá, con su ropa de trabajo y una espiga que mordía con sus dientes.
Su corazón se disparó y notó avergonzada como se ruborizaba. Le sonrió brevemente y él le saludó.
- Buenos días, ¿camino de la iglesia como todos los días?
- Sí, buenos días.
La miró y con sorpresa para ella, notó como él también estaba algo sonrojado. Se acercó a ella y le dio un ramito de amapolas:
- Las amapolas son mis flores preferidas y me recuerdan mucho a su pelo, señorita Lucía – le dijo dándose la vuelta rápidamente y volviendo a su trabajo.

De nuevo era primavera, pero ésta vez no iba vestida de rosa ni paseaba por el campo. Su madre, su hermana y algunas amigas la ayudaron a ponerse su vestido de novia, sus zapatos y su velo.
Bajaron a la planta principal y el fotógrafo del pueblo les hizo varias fotos familiares antes de subirse al coche.
Pasaron por el centro del pueblo y tomaron el camino que cruzaba los campos y que conducía a la iglesia. Su mirada vagaba entre las espigas verdes que relucían bajo el sol de media mañana. Miró su mano y sentía cómo aquél anillo de compromiso le pesaba, le quemaba la piel.
Su padre la sacó de su ensimismamiento apretándole la mano, ella sonrió y le dió un beso en la mejilla.
Diez minutos más tarde el coche aparcaba en la puerta de la iglesia. Todos los invitados iban entrando mientras su padre le ayudaba a bajar y su hermana le colocaba bien el vestido. Le entregó un ramo de amapolas rojas y le echó el velo sobre la cara.
Lucía agarró el brazo de su padre y subió los escalones hasta la entrada mientras una lágrima rodaba por su mejilla y caía sobre su ramo de novia.

Una Cita



Todo empezó el martes, al lado de la fotocopiadora. Sí, ya sé que no es demasiado romántico, pero mira como se conocieron Scarlett O’Hara y Rhett Butler, en el momento en que a ella le daba por estrellar un jarrón contra una chimenea.

Pues estaba yo aporreando la bandeja de alimentación que según me decía la pantallita electrónica había un "atasco de papel bandeja 1" . Estaba tan atareada en ello que no me dí cuenta de que alguien se acercaba por detrás:
- Si sigues así te la vas a cargar – identifiqué al instante aquella voz tan masculina.
- Jeje.... esto... no, es que no sé porqué me dice que aún está bloqueada.... hola, Luis.
- Buenos días, Julieta. A ver, déjame que te ayude. Mira, abres esto una o dos veces y... ya está.
- Vaya, gracias.
- Estás cada día más guapa, eres la más linda del departamento, ¿sabes?. Al final voy a tener que invitarte a cenar.
- Jajaja no seas tonto, anda Luis – le dije mirando las fotocopias para intentar que no se me notara demasiado el sonrojo.
- ¿porqué? ¿no te gusta salir con compañeros de trabajo?
- No es eso...
- ¿entonces te vendría bien éste sábado? Podríamos ir a cenar y luego a tomar una copa, ¿qué te parece?
- Bueno, pero... no sé, bueno, sí, de acuerdo.
- Muy bien preciosa, entonces te paso a recoger por tu casa el sábado a las nueve, luego me das tu dirección. Y ahora te dejo que tengo prisa – me dijo despidiéndose con una blanca y perfecta sonrisa y un guiño de aquellos ojos azules como el mar.
Dios mio!!! Luis Vidal me acababa de invitar a cenar!! Cuando se lo diga a las demás se van a morir de envidia!! Luis Vidal!! El último fichaje de la empresa, un abogado inteligente, simpático y guapísimo, del que nada más aterrizar aquí yo ya había caído rendida a sus pies... y éste sábado íbamos a salir juntos!!.
Pasé el resto del día flotando en un estado de alegría y de euforia que duró hasta que llegué ésa tarde a casa. Entonces fue cuando mi cabeza encendió la luz de alarma... ¿estás lista y a punto para la cita del sábado?, me pregunté.
Corrí hasta el espejo y me miré detenidamente. Dios mio!! Tenía que pedir hora en la estética: tenía que hacerme una depilación completa (por si acaso, claro. Estábamos en invierno y una no lleva éste tema a rajatabla como en verano), también me haría una mascarilla facial ... y ya de paso, porqué no, me arreglaré las uñas. ¿Y el pelo? Bueno, está bastante bien, pero el viernes por la noche me haré otra mascarilla para que se vea bien brillante.
Así pasaron un par de días más y sin darme cuenta llegó el sábado por la tarde. Estaba bastante nerviosa, así que decidí darme un baño de espuma relajante, bien largo y calentito. Puse música de fondo y me metí en la bañera.... ¿porqué no disfrutar de la sensación de la expectativa, no?. Después me sequé, me peiné y me maquillé; y envuelta en una toalla me planté delante del armario.
Ahora venía lo más complicado: y es que es para una mujer es tan dificil escoger la ropa que va a llevar en la primera cita porque ha de arreglarse para gustarse no solo a sí misma, también depende de con quién va, a dónde va y para qué va. Bien, pensemos: Luís Vidal, así que seguramente me llevará a un buen restaurante, debería escoger algo arregladito.... pero luego nos vamos de copas, así que será mejor algo que no sea demasiado formal.
Empecé a pasar perchas hacia un lado y hacia otro: sacaba un vestido...
¿éste vestido rojo? Mmm no, me sienta muy bien, pero me marca demasiado las curvas y parecería una buscona. – filosofaba tirándolo encima de la cama.
¿Y éstos pantalones con ésta blusa? no: demasiado formal, parecería que estoy en la oficina, y me encantaría seducirle – pensé, soltando una sonrisita.
¿Y los tejanos que me compré la semana pasada? Me hacen muy buen culo. Sí, decidido. Ahora la parte de arriba mmmmm – rebuscaba por las estanterías y los jerseys – veamos, ¿y si me pongo mi "camiseta de la suerte": se trataba de mi camiseta Custo que me regalaron mis amigas para mi cumpleaños. Era moderna, divertida, sofisticada y además insinuaba pero no enseñaba.
Me probé los tejanos y la camiseta y me miré al espejo de frente, de perfil -sí, buen culo, no se me nota mucho la tripa, genial.
Luego me agaché y rebusqué debajo de la cama, que era mi zapatero personal. Saqué unas botas y unos zapatos negros con tacón. Me probé uno de cada a la vez y me estaba mirando ensimismada al espejo, ahora poniéndome a pata coja de un pie y viendo el efecto, ahora poniéndome del otro pie, cuando sonó el móvil. ¿Quién sería a éstas horas?.
Miraba a mi alrededor buscándolo por encima de los muebles andando descompensada-mente por culpa de la diferencia de altura de los tacones y a la vez miraba mi reloj de muñeca: las ocho y diez. Por fín lo localicé al lado del ordenador y miré la pantallita iluminada: "Luis Vidal".

- ¿Sí? – intentaba poner una voz despreocupada mientras mi mente bullía con mil ideas: nerviosismo, alegría, sorpresa...
- Violeta, hola guapa.
- Hola Luis, dime.
- Verás, es que hay un pequeño problema. Me ha llamado mi hermano que ha de acompañar a su mujer a una reunión y tengo que quedarme con mi sobrino, no tienen otro canguro y no les he podido decir que no.
- Oh, vaya – mascullé mientras arrascaba con una de mis perfectas uñas pintadas la superfície de la mesa.
- Me vas a matar ¿verdad?, pero es que no he podido llamarte antes. Lo siento preciosa, ya quedaremos otro día. Hablaremos en la oficina, ¿te parece?
- Sí, claro, por supuesto, tranquilo que no pasa nada – arrastraba las últimas palabras al colgar la llamada, dejar el teléfono sobre la mesa y mirarme en el espejo. Alternaba la rabia de mi idiotez con un odio incontenible que me recorría el cuerpo contra el mentiroso malnacido de Luis Vidal, que no había pensado siquiera que alguien como yo podría haber investigado su vida y sabría perfectamente que era hijo único.

sábado, 11 de abril de 2009

Dos visiones sobre "Gran Torino"


El otro día fuí a ver "Gran Torino" acompañada de mi amigo Javier. Salimos tan encantados que decidimos hacer los dos nuestra pequeña crítica y publicarlas juntas. Así que ... ahí van: primero la de Javier y luego la mía. Gracias Javier por tu colaboración.
"Hace unos días vi la película de Clint Eastwood "Gran Torino".
Según dicen es la última en la que trabajará como actor puesto que se dedicará exclusivamente a dirigir. ¡Vaya lástima! Lo digo porque me gustó mucho su actuación. Aunque destaco por encima de todo el conjunto de la película. Me habían hablado muy bien de la película y me gustó más de lo que me imaginaba.
Quizás porque navega entre el humor y el sentimiento de forma combinada y equilibrada. Me reí mucho y también me emocioné porque toca la fibra sensible sin caer en la ñoñez. Te llega la historia porque por encima de todo somos personas y encuentras cariño, consuelo, respeto, comprensión y ayuda con quien estableces relaciones de afinidad, independientemente de si dichas personas son familiares o amigos, si tienen edades similares o no, si tienen culturas, orígenes, religiones, pensamientos o puntos de vista iguales o no... Al final, lo que queda es la esencia de la persona y en eso debes fijarte y eso es lo que debes valorar para juzgar a un semejante.
Supongo que después de tantos años como actor y director, Eastwood ha llegado al estado puro del cine, donde todo cuenta pero sólo hay que mostrar lo necesario, sin hacer grandes despliegues técnicos, de efectos o de movimientos de cámara. Es como si la historia pasara por diversos alambiques y al final de la "destilación" se llegara a lo esencial, a lo puro. Simplemente eso, aunque es difícil conseguirlo. Me imagino que es la combinación de conocimientos, experiencia, talento y oficio.
El personaje de Eastwood (Walt Kowalski) es un veterano de la guerra de Corea, ya jubilado después de muchos años trabajando en la empresa automovilística Ford, y que se queda viudo. Tiene dos hijos y varios nietos, aunque no mantiene una relación muy cercana con ellos. El odio que siente por los extranjeros (sobre todo por los asiáticos, aunque curiosamente su personaje es de origen polaco) se refleja en sus acciones y en sus palabras, aunque por circunstancias hay un cambio en su actuación y en su postura. Kowalski es fiel a sus convicciones y a su manera de ver el mundo y de vivir. Y se permite decir en cada momento lo que piensa (casi siempre políticamente incorrecto) porque es así y porque ya tiene una edad en la que cree que no debe esforzarse en caer bien a nadie. Él es así y actúa en consecuencia. El hilo argumental se basa en la relación que establece con un adolescente de origen asiático que es su vecino, a quien protege y ayuda en su "conversión a hombre".
Y ahora la pregunta sería: ¿Y por qué ese título? Pues ahora lo explico: Gran Torino es un coche Ford del año 1972 propiedad de Kowalski que también tiene su protagonismo. Y hasta aquí puedo leer... Os la recomiendo encarecidamente ."
Mi crítica:

"Hace unos días fui a disfrutar viendo la película "Gran Torino". Y digo disfrutar porque aunque casualmente en los últimos tiempos he podido ver algunas películas que me han gustado de un modo u otro, la manera en que ésta ha llegado a emocionarme y en algunos momentos a hacerme sollozar como una niña ha sido increíble.

Antes de nada debo decir que voy a echar en falta a Clint Eastwood, si cumple su promesa de no volver a actuar delante de las cámaras después de éste film. Creo que es una de aquellas personas que al llegar a su madurez ha sabido destilar perfectamente su carácter y sus vivencias en un equilibrio sereno con el que envuelve sus trabajos, como ocurre en éste caso. Y además lo acaba redondeando poniendo una banda sonora preciosa, en la que según creo él incluso interpreta algunas de las piezas.

Para poneros un poco en conocimiento del argumento, se trata de un hombre ya mayor, antiguo soldado de la guerra de Corea, hecho que le marcó profundamente en su carácter y en sus convicciones. El film arranca cuando su esposa muere y se encuentra viviendo solo en un barrio que ha ido cambiando de fisonomía y conviviendo rodeado de inmigrantes asiáticos principalmente, etnia que no aprecia y que, cómo nos suele pasar a la mayoría de nosotros, prejuzgamos y generalizamos por nuestra ignorancia.

El se siente a vueltas de todo, así que no trata especialmente bien a su família (que por otro lado, no es que lo aprecien especialmente después de toda una vida de distanciamiento) ni a la gente en general, y no tiene ningún problema en decir todo lo que piensa.

En éste punto tengo que decir que le doy un excelente al guión, ya que está plagado de ironía y de frases cortantes, pero que lejos de hacernos sentir aversión, sientes cariño, cercanía y comprensión hacia el personaje.
Además, la historia está muy bien desarrollada, va dando giros inesperados y sorprendentes hasta llegar a un final glorioso, pero... hasta ahí puedo leer.

Para finalizar, destacar uno de los grandes pesos de la película: la relación entre Clint Eastwood y su joven vecino asiático, en la que uno aprende diferentes cosas del otro a la vez que cambian su manera de enfrentarse a la vida y van forjando una gran amistad.
En una palabra, imprescindible."

martes, 31 de marzo de 2009

La jirafa de Manuel


Aprovechando el día me marcharé al zoológico a ver a los animales. Paso entre todos como si supiera que están pero sin verlos, y acudo a mi sitio favorito: allí está ella, impasible. A veces me llevo el desengaño de que está dentro de la caseta y que no podré verla ése día.

Su imagen dista del resto de animales, es especial: sus ojos son increíblemente grandes (en proporción son hasta grandes para el cuerpo que tiene), su boca es diferente a las demás. Es elegante, es señorita, su piel engancha la mirada y se pierde entre sus manchas de terciopelo.

Lo que más me gusta es el tremendo interés que en el ser humano despierta lo inalcanzable y ella lo es; se mueve con serenidad, sólo ella sabe llegar a lo más alto, donde no llega ninguno del resto de animales a no ser que tenga alas (como los sueños).

Acabo mi visita después de mirarla durante horas sin cansancio. Cuando me decido a salir, miro mil veces atrás para volverla a contemplar. Me enamora su grandiosidad.

Salgo de mi zoo, apago mi pc y espero que llegue el siguiente día de visita para comprar de nuevo la entrada y acceder al mayor de los sueños.

(Por gentileza de Manuel Jesús).

jueves, 26 de marzo de 2009

El paso del tiempo

"La casa me había llamado la atención ya desde pequeño. A veces tenía la sensación de que iba a hacerse aún más gruesa y ancha, y las casas contiguas tendrían que echarse a un lado para dejarle sitio. Ahora la casa de la Bahnhofstrasse ya no existe. No sé cuándo la derribaron ni por qué. He estado muchos años fuera de mi ciudad. El nuevo edificio, consruido en los años setenta u ochenta, tiene cinco pisos y un ático bastante grande, y una fachada lisa con revestimiento claro, sin balcones ni miradores. Hay muchos apartamentos pequeños, cada uno con su timbre. Apartamentos donde la gente se instala y que al cabo de un tiempo abandona, igual que se coge y se deja un coche alquilado. Ahora en la planta baja hay una tienda de aparatos de informática; antes hubo una droguería, un supermercado y un videoclub."
Bernhard Schlink. El Lector.

Admiración

"(...)Ahora poseía una seducción casi irresistible, que no dejaba de excitar la altivez de su semblante cuando se sentía mirada. Pero como acontece con frecuencia en rostros semejantes, nada era comparable a su dulzura -dulzura de la boca, de las mejillas, de la sonrisa, de los largos pliegues de los ojos, cuando Alicia sonreía. Acariciaba, se entregaba toda ella en ternura al sonreir. Y era tan vivo el encanto cada vez que el grave rostro de Alicia se deshacía en esta sonrisa, que Morán no oía lo que ella hablaba - por sonreir a su vez."
Horacio Quiroga. Pasado Amor

martes, 24 de marzo de 2009

Soledad

"Qué artificialmente distintos somos unos de otros, o qué distintos nos creemos, o nos han hecho, o nos hemos hecho. Vivimos separados, llenos de precauciones, como islas de un infinito archipiélago. Formamos la Humanidad, sí; pero somos islas separadas por mares: el mar de las razas, el de las creencias, el de las economías, el de la edad... La vida es una aventura incomprensible, aunque a rachas acertemos a comprender una pequeña parte. Y hay que vivir esa aventura solos: nos traen a ella solos y solos nos morimos. Se nos podrá comprender; se nos podrá acompañar a trechos, pero, en el fondo, es mentira: estamos solos. ¿Cómo no vamos a aferrarnos al primero que se aproxime, a través de la palabra amor, o tribu, o hijo, o sentimiento?"
Antonio Gala. La pasión turca.

Alphonse Mucha



Este gran artista checo fué uno de los principales representantes del estilo Art Nouveau. Tanto éste estilo, como el modernismo y el simbolismo son los que más me gustan estéticamente.

La obra de Mucha se inició creando litografías y el vestuario, escenografía y complementos para Sarah Bernhardt, actriz francesa, con lo que ambos consiguieron un gran éxito y fama.

Trabajó bastante para el teatro, aunque también abarcó otros campos como la joyería o la publicidad de artículos, razón por la cual el público siempre vió su obra muy ligada al ámbito comercial. Sin embargo, él intentó distanciarse de ésta filosofía, ya que creía en el arte como medio para transmitir la inspiración interior.

La mayoría de su obra son mujeres jóvenes y bellas, flotando entre vestidos neoclásicos y cabelleras larguísimas, además de estar rodeadas de exhuberantes flores que enmarcan todavía más la imagen de la mujer casi enaltecida como una verdadera musa.

Hace poco fuí a una exposición en el CaixaForum y quedé realmente impresionada. Pocas veces he llegado a ver reflejada la mujer con un halo de magia tan grande. Así que... compré un libro (cómo no jaja) con un resumen de su obra y gran parte de sus litografías y he colgado una de ellas en mi dormitorio.

Recomiendo a quien no conozca a éste artista que investigue en sus litografías, seguro que disfrutará enormemente.

martes, 17 de marzo de 2009

Crítica sobre "Alatriste"



Voy a inagurar una nueva sección en mi blog, para darle un poquito más de alegría y que no sea tan serio.

Resulta que ésta película en su día me gustó (las películas de época o más o menos históricas siempre me han gustado), y además, .... bueno, que me gustaba por otros temas. Ni que decir que el protagonista también es un punto a destacar físicamente (cuánto partido ha sacado éste chico del cabello pringoso y sin champú).

Pues estaba dando una cibervuelta y he encontrado ésta crítica en otro blog que me ha hecho troncharme de risa y darme cuenta de las poquitas cosas que se ven si uno no aplica mucho el ojo crítico.

Así que aquí va, transcrita. Muchas gracias de antemano al creador.

"ALATRISTE"

"Cosas que aprendí viendo la película:

- Flandes es azul. Por la misma razón que se nos escapa, Madrid siempre es amarillo excepto cuando llueve: entonces llueve sólo durante 17 segundos como si aquello fuera el trópico (chorros de agua por todas partes) y también es azul. El resto de lugares geográficos son neblinosos.

- Los actores españoles necesitan un logopeda porque no se entiende la mitad de lo que dicen: la mayoría de los diálogos contienen momentos de "sssssssjshaahdafaj" y "zzhalsasidjsfksvn" y llega un momento en que sospechas que lo hacen a propósito para que te imagines lo que falta y sea más divertido. Los actores no españoles (o sea, el protagonista) necesita, además de un logopeda, unas gárgaras que le aclaren la voz, porque habla como si tuviera una cuerda vocal atrofiada y fuera el antepasado de Don Vito Corleone.

- En España no hay suficientes actores -hombres-, porque tuvieron que poner a Blanca Portillo haciendo de cura inquisidor. Es tan relevante que sea una mujer como que sea un cactus, pero debe hacer moderno decir que pusiste a la Portillo con una prótesis en la cabeza impostando la voz durante minuto y medio en toda la película.

- La banda sonora la aprovecharon de los desfiles de semana santa de mi pueblo o similar: un tambor suena a "pom-pom-porrom" y una especie de trompeta suelta notas que presuntamente otorgan dramatismo a la escena. Huelga decir que las escenas musicadas son largas de cojones y el viento agita la melenilla roñosa de Viggo Mortensen.

- Los soldados franceses, en 1644, hablaban un perfecto castellano. Eso sí, con el mismo acento "frangsés" de Marlene Morreau haciendo de francesita cachonda.

- Ariadna Gil es mala actriz incluso haciendo de actriz mala. Y es la sifilítica más rolliza que ha existido jamás en la historia de la medicina. En una de las escenas, ella también era azul (el iluminador se había cubierto, vamos).

Cosas que no entendí:

- La gran mayoría de diálogos. Los que sí entendía, no comprendí si los había escrito un becario o si el director (que también era el guionista) iba borracho.

- La gran mayoría de las escenas. Como el guión tiene menos solidez que la trama argumental de Ventdelpla, hay ratos en que van matando gente y no sabes quiénes son. Tampoco sabes quiénes son muchos de los personajes, porque aparecen, dicen dos frases y ya no vuelven a salir en toda la película.

- La (in)coherencia entre escenas. Ejemplo:

Escena 1: Alatriste va a pedirle a Elena Anaya que le entregue una carta al conde-duque de Olivares porque éste no quiere recibirle.

Escena 2: Alatriste se está paseando con el conde-duque de Olivares por la biblioteca del Escorial y están charlando tan ricamente que nadie sospecharía que no quería recibirle. La carta supongo que se la queda Elena Anaya para hacer papiroflexia (?).

Grandes dudas que me generan desasosiego:

- ¿Por qué en Madrid, en el siglo XVII, hay portaladas románicas al final de unas calles que parecen las de un pueblo fantasma de Soria?

- ¿Por qué una escena con monja se ambienta en el Patio de los Reyes del Escorial? ¿Qué pintaba una monja de clausura en El Escorial?!

- ¿Por qué Unax Ugalde le propone a Elena Anaya fugarse juntos y le dice que la esperará en la puerta de su palacio madrileño al amanecer y luego la está esperando en Úbeda, delante de la Iglesia del Salvador? (Ahora entiendo porqué no se fugan juntos, porque ella aún le está buscando).

- ¿Por qué la escena de batalla final parece que esté rodada en el parque de al lado de mi casa y me recuerda a la batalla de la tercera parte del Señor de los Anillos?

- ¿Quién es Eduardo Noriega -además de sí mismo- en la película?

- ¿Por qué Pilar López de Ayala tiene las dos frases más ridículas de la historia del cine?:

Frase 1. Alatriste está a punto de cargarse de un escopetazo a un tío (que no sé quién era) en su lecho de muerte. No se sabe cómo Alatriste ha entrado en casa del tío, pero de golpe se abre una puerta, aparece Pilar López de Ayala, se sienta al lado de la cama, se mira a Alatriste, Alatriste baja la escopeta y se marcha sin decir nada. Cuando está a punto de cerrar la puerta tras él, Pilar López de Ayala dice "buenos días tenga usted". Ein?!

Frase 2. Pilar López de Ayala se presenta en casa de Alatriste, le trae una espada que le ha dejado el muerto (el de antes, sólo que hora y media después) en herencia y le dice que además de la espada, el muerto le ha dicho que se quede con ella. Alatriste le dice que no, que se vaya por donde ha venido. Y ella se larga y le dice "ha sido un placer visitarle". Hasta aquí la participación de Pilar López de Ayala, que tampoco supe quién era, pero que por lo menos merece un Goya por tanto sentimiento contenido.

- ¿Por qué a un tío que se supone que lleva un año remando en galeras no lo chutaron de nandrolona para que no pareciera un sardineta?

- ¿Por qué Quevedo, que era escritor, cojo y medio ciego, lo caracterizan con un espadón más grande que el de Jaime el Conquistador?"

En fín, espero que ésta nota de humor os guste.

viernes, 6 de marzo de 2009

Un día cualquiera



Un frenazo, un golpe seco, ruido de cristales rotos, más frenazos, pitidos, algún grito... No veo nada, no noto nada. Creo que estoy dormida pero oigo a lo lejos una voz ... "Aquí, en su cartera dice que se llama Ana García". Alguien me despierta de mi sueño:
- Ana, Ana... – intento abrir los ojos pero me pesan, veo una luz blanca pero me molesta, no quiero abrir los parpardos pero me están llamando. Veo de manera borrosa una cara que se inclina hacia mí.
- Ana, hola.
- ¿Qué me ha pasado? – digo mientras intento despertar del todo e incorporarme.
- Tranquila. Soy Miguel, un médico. ¿ No te acuerdas de lo que ha pasado, Ana?
- No.
- Está bien, no te preocupes ¿de acuerdo?. Has tenido un accidente con el coche, pero ahora te vamos a llevar al hospital con la ambulancia.
- ¿Un accidente? – la barbilla me tiembla un poco. Miro a mi alrededor y el médico me sonríe. Más allá veo una chica de pie acompañada de un policía, que llora y me mira preocupada.
- Ana, mírame. Te estoy examinando, y enseguida te llevaremos al hospital, tú no te preocupes. Esa chica dice has chocado contra ella con tu coche. ¿no recuerdas nada?
- No, no... – se me escapa una lágrima. Tengo frío. Miro mi cuerpo. Tengo la camisa rasgada y ensangrentada, los pantalones húmedos por no haber podido contener la orina y veo que he perdido un zapato, dejando aparecer un pie inflado.
- ¿dónde te duele Ana?
- Me duele... me duele el pecho. Me duele mucho el pecho, y la pierna, ésta, la derecha, el pie... y la cabeza. – me toco la frente, el cabello lo noto húmedo por algo pringoso.
Me coge la mano, la retira del pelo y la sostiene unos momentos. Me toma el pulso, me ponen un collarín, unas inyecciones y un suero o algo así, no sé, es una bolsa transparente con un líquido que parece agua, que un enfermero coge con la mano en alto, mientras muy poco a poco intentan tumbarme en la camilla.

- Mi teléfono.... por favor, llamad a mi marido. Está en.... coged mi bolso. – miro mi coche cuando levantan la camilla y la orientan para introducirme en la ambulancia. Es un amasijo de hierros humeante que descansa en un charco de gasolina y aceite. – Mi coche, mi coche... – el enfermero me toca en el hombro suavemente, posa su mano sobre él, noto su calor humano y levanto la mirada. Una lágrima de soledad y turbación recorre mi mejilla.
- Tranquila, Ana. Enseguida llegaremos al hospital, y te pondrás bien, ya verás.... Ana, Anaaa.- Oigo mi nombre cada vez más lejos y mi mundo se oscurece por completo.

Vuelvo a despertarme muy poco a poco con el ruido de la sirena de la ambulancia. Tengo frío y noto el cuerpo muy extraño, me duelen todos los músculos, los noto tensos y me duele la lengua, que me sabe a sangre.
- Ana, ya estás despierta. Estamos a punto de llegar – Miguel se inclina sobre mí y me ausculta el pecho.
- ¿Qué me ha pasado?
- Has tenido un ataque con convulsiones. Es a causa del accidente pero ya llegamos.
Me duele..... me duele todo, por dentro y por fuera. Me siento muy débil y con ganas de dormir. Lloro sin darme cuenta y pienso en si voy a morirme. Tengo miedo a morir, quizás porque tengo cosas que perder. Pienso en mis padres, en mi marido, pienso en mis hijos. El sopor me invade e intento plasmar la imagen de todos ellos en mi mente. Me duele más el pecho, y quiero dormir....
Oigo de fondo cómo Miguel se mueve rápido a mi alrededor, habla en voz alta con alguien, grita, se mueven sobre mí, tocan mi pecho, lo masajean, creo que me está llamando.... me parece oír mi nombre, pero yo estoy viendo a mis hijos. Sonrío.
La imagen se queda quieta un momento y luego cambia. Recuerdo que en casa se ha acabado el champú y también tengo que comprar bolsas de basura. Me veo a mí misma apuntándolo en una nota ésta mañana antes de salir de casa, para ir al supermercado después del trabajo.
Frunzo el ceño.... ¿pero ... qué es esto? ¿Lo último que va a pasar por mi mente antes de morir es la imagen del Johnson’s And Johnson’s?? Empiezo a enfadarme, conmigo, con el destino o con el posible ser superior que me está haciendo ésta mala jugada en un momento tan delicado.
¿No debería ver un resumen en imágenes de mi vida, una luz blanca, sentirme en paz conmigo misma y luego avanzar hacia ésa luz antes de morir? ¿Se puede saber que hago recordando la lista de la compra??
No, así no, así no me va a suceder, pienso. Creo que estoy apretando las manos, aguantando la respiración, aspirando fuerte y....

- ¡Ya, ya!! ¡La tenemos!! ¡Ha abierto los ojos!! ¡Las constantes se estabilizan!! ¡Vamos rápido!!- Miguel me aparta el flequillo de la frente – Ana, ya hemos llegado. Estás a salvo.
Yo sólo le sonrío y muevo afirmativamente la cabeza. Sé que hoy no me voy a ir.

sábado, 21 de febrero de 2009

Pedrito o Pedro

Son las doce de la noche y ya no queda nadie en el edificio del Ayuntamiento. Me he quedado con la excusa de terminar unos papeles urgentes, así que el conserje me ha dado las llaves con una sonrisa para que me encargue yo de cerrar. En éste pequeño pueblo de la provincia de Soria las cosas funcionan así: todos nos conocemos y nadie sospecha de nadie ni de nada.

Estoy en el despacho que pertenece a mi partido, paseándome impaciente arriba y abajo... no llegará el maldito informe – pienso. Me paro delante del ventanal y miro hacia fuera. Las calles empedradas brillan bajo la luz de las farolas y sólo se ven un par de gatos peleándose algo más allá. La alcaldía tiene que ser mía, he de ganar – murmuro – y nadie me la va a arrebatar.
El ruido inconfundible de que está llegando un fax me lleva corriendo hasta la máquina. Espero mientras sale el papel con la respiración contenida. Agarro los 4 folios que se han impreso y empiezo a leerlos.... una sonrisa cada vez más amplia y oscura cruza por mi cara....
Por fin, por fin te tengo en mis manos – digo en voz alta. Meto el informe con cuidado en un sobre, lo guardo en mi americana y me marcho sin ser descubierto.

Todo había empezado hace unos años. O quizás no, quizás siempre había sido así, Javier y yo siempre habíamos estado juntos en todo: en el colegio, en el equipo de fútbol,... en todo... aunque la palabra exacta no es juntos, sino más bien, Javier por delante y yo dos pasos atrás.
El siempre había sido el más educado, el más simpático, el más abierto, el más inteligente, el chico con mejores notas, el mejor deportista.... y después venía Pedro, o Pedrito, como me llamaban todos en el pueblo.

Estudiamos los dos Derecho en la capital pero él aún tenía tiempo para hacer otras cosas, como empezar a moverse por el mundo de la política. Una vez terminamos y volvimos al pueblo, su padre le apoyó para que abriera un bufete y en pocos años se había convertido en el abogado de confianza de todos los vecinos, a la vez que ya se relacionaba con los cargos de poder de la localidad. Yo en cambio no corrí tanta suerte. Mi padre no tenía tantos recursos ni tantas esperanzas depositadas en mí, así que acabé trabajando cómo no a las órdenes de Javier.

El cree que somos amigos, es de ésas personas que confían en la bondad por naturaleza de las personas, y cómo no, de una persona como yo, Pedrito, su compañero de juegos silencioso y tímido. Así que cuando se metió en el partido yo lo apoyé y lo seguí.
Los compañeros enseguida se dieron cuenta del potencial que tenía Javier y empezaron a apoyarlo, así fuimos subiendo en la jerarquía de cargos públicos, él por méritos propios y yo por arrimarme al buen árbol, como suele decirse.

Hasta llegar al año pasado. El alcalde decidió jubilarse y cómo no, apoyó con gran alegría y esperanza a Javier. Javier, a su vez, pensó que el segundo en lista debía ser su amigo Pedrito. Aún recuerdo cómo me lo anunció:
- ¿sabes Pedrito? Creo que siempre has sido un gran compañero y qué mejor apoyo puedo tener que el tuyo para ser mi segundo en éstas elecciones.
- Por supuesto!! ¿quién va a hacer mejor de segundón que yo? – pensaba – Pero llegará un día que las cosas cambiarán, la alcaldía será para mí. Y me llamo Pedro!!!

Aquél mismo día Javier dio un pequeño discurso en la sede del partido. Todo el mundo lo escuchaba alegre y embelesado, menos yo que lo examinaba atentamente, con aquella mezcla de querer aprender y a la vez de querer encontrar algún error en la perfección. Y vaya si lo encontré.
Para todo el mundo pasó inadvertido, pero para la persona que llevaba tantos años observándolo tan de cerca, estaba claro que había algo diferente. Hablaba más lentamente, temblaba ligeramente y miraba el papel escrito más que de costumbre.
Desde entonces lo seguía al salir del trabajo si decía que no se encontraba muy bien, o si iba al médico, hasta que por fin ésta noche mis investigaciones han dado resultado.

Salgo del Ayuntamiento y me dirijo a casa de Javier. Llamo a la puerta y tarda en abrir, pero el semblante de él es relajado al ver que soy yo.
- ¿qué haces aquí a éstas horas, Pedrito?
- Tengo que hablar contigo urgentemente.
- ¿Pero qué pasa? Pasa y hablemos.
- Javier, me acaban de dejar éste sobre en casa, lo han colado por debajo de la puerta.
Javier lo abre y lee el informe médico. Su cara se pone pálida y levanta la vista lentamente.
- ¿no has visto quién lo ha podido dejar?
- Pero, Javier, ¿es cierto? ¿por qué no me lo habías contado? Somos amigos.
- Sí, es cierto, me han diagnosticado Alzheimer en estado avanzado.
- Por el amor de Dios, Javier. ¿cómo te encuentras? Sabes que me tendrás aquí para lo que sea, pero... ¿quién ha podido dejarme éste informe? ¿serán los de la oposición? ¿Y tu salud? Así no te puedes presentar a la alcaldía.
- Tienes razón. Si esto ha llegado a tus manos también pueden saberlo los demás. Creo que la mejor solución será que... tú ocupes mi puesto.
- Pero... yo no podré hacerlo sin ti. Estoy destrozado. Tú eres el alma de nuestro equipo.
- No te preocupes, ya inventaremos algo para mi renuncia. Yo te apoyaré y tú serás nuestro nuevo alcalde. No podría pensar en otro amigo mejor que tú para el cargo.

Nos abrazamos emocionados y me acompaña hasta la puerta. Nos despedimos estrechándonos las manos y Javier cierra la puerta. Camino hacia mi casa lentamente, mirando las calles silenciosas...
- Vecinos, aquí tenéis al señor Pedro, vuestro nuevo Alcalde – digo mientras guardo cuidadosamente los trozos del informe para deshacerme de ellos más tarde en la chimenea de casa.

martes, 3 de febrero de 2009

La Foto


Lola solloza entre mis brazos con los ojos cerrados. Su respiración es agitada pero se va acompasando poco a poco. Relaja las manos que hasta hace un momento me apretaban la espalda y deja caer su cabeza hacia atrás hasta apoyarla en la almohada. Vuelve a besarme con sus labios todavía hinchados y sonríe satisfecha.
Todavía dentro de ella me apoyo sobre su pecho recuperando el aliento y ella juguetea con un mechón de mi cabello.
- Cariño, cada vez es más increíble que la anterior – me susurra.
- Si, ha estado muy bien – le respondo besándola.
Separamos nuestros cuerpos y ella me da la espalda. La abrazo desde atrás y toco delicadamente sus pechos caídos, algo arrugados, que ya no son lo que en su día fueron. Le acaricio el estómago mientras poso mis labios sobre su hombro. Su respiración es acompasada, se ha dormido rápidamente.

Intento sacar mi brazo de debajo de su cuello sin despertarla y me levanto de un salto. Salgo de la habitación desnudo y voy a la cocina. Abro la nevera y cojo un zumo. Empiezo a pasear por la casa con curiosidad. "Esta vieja está forrada" – pienso. Me asomo a la ventana del salón, está amaneciendo y apagan en ése momento las luces de la ciudad que se extiende a mis pies.
Recuerdo el día que conocí a Lola en aquella discoteca mediocre, llena de gente madura buscando una nueva ilusión. Yo solía dejarme caer por allí algunas veces. Me gustaba notar las miradas de deseo de aquellas mujeres mayores que yo, sentirme el león atrapado que sin embargo es el rey y escoge a sus presas.
Aquella noche no había mucha gente en el local. Me paseé tranquilamente hasta llegar a la barra y pedí un whisky. Entonces la vi a mi lado.
Era una mujer cincuentona, rubia, muy arreglada, queriendo engañar al tiempo con su peinado de peluquería, su maquillaje y su cara vestimenta. Estaba sola, sentada en la barra y bebiendo algún cóctel raro.
Noté cómo, al creerse no descubierta, me miraba descaradamente de arriba abajo, recorriendo mi atlético y moreno cuerpo mientras una sonrisa pícara la traicionaba.
- Hola, me llamo David – la abordé, sorprendiéndola – No parece que la noche esté muy movida, ¿no?
- Hola, soy Lola – dijo ruborizada y estrechándome mi mano – No, parece tranquilo, aunque en ésta discoteca tampoco se anima mucho más el ambiente.
- ¿Puedo invitarte a una copa, Lola?
- Sí,... claro – tartamudeó algo tímida.

Media hora y dos copas más tarde ya me había enterado que era la dueña de un bufete de abogados de la parte alta de Barcelona, que era soltera y que aunque ella alardeaba que se sentía totalmente realizada, se sentía sola y muy falta de cariño. Yo hacía mis cálculos y cada vez era más caballeroso y encantador.
La saqué a bailar y ella se dejaba llevar y arrimar a mi cuerpo al son de la música. Conforme la noche fue avanzando comprobé en sus miradas embelesadas que ya era mía.
Aquella noche terminó en un hotel de cinco estrellas, bebiendo una botella de champán francés y haciendo el amor hasta el amanecer. Cuando me marché de la habitación le dejé una rosa blanca y una tarjeta con mi número de teléfono.
Al día siguiente recibí su llamada con el pretexto de que me había dejado un pañuelo enredado entre su ropa, y nos volvimos a ver aquél fin de semana, el primero de una serie de encuentros cada vez más seguidos. En nuestras salidas yo intentaba averiguar cosas sobre su vida, su patrimonio, su familia... en cambio era algo reacio a sus preguntas. Unicamente le respondía que mi infancia había sido demasiado dolorosa como para recordarla e intentaba zanjar el tema. Ella parecía entenderlo y se conformaba, demasiado embriagada con el sentimiento de pasión o enamoramiento que la envolvía, y entretenida con el sinfín de detalles, atenciones y regalos con los que la colmaba.
Ayer, poniendo como excusa no encontrarme demasiado bien, iba a cancelar nuestra cita, pero Lola me rogó que nos viésemos y que si no podíamos salir, podíamos quedarnos en su casa. Por fín, a su casa, por primera vez. Protesté sin mucho ahínco hasta que me convenció. Pasamos la tarde tranquilos, sin hacer nada, mientras ella intentaba que me encontrase lo más cómodo posible. Me preparó una cena suave y yo para recompensarla le hice el amor nuevamente.
Me separo de la ventana y voy hacia su estudio. Ayer ví cómo sacaba unos billetes de una cajita de madera que estaba sobre una mesa auxiliar. La abro y con gesto rápido calculo que habrán unos 3.000 euros. Cojo 4 billetes de 100 y vuelvo al salón. Los coloco en mi billetera y sigo investigando sin hacer ruido. Después de quince minutos he guardado repartidos en los bolsillos de mi chaqueta unos cuantos billetes más, un reloj de cadena antiguo, dos pares de pendientes y tres anillos.
Vuelvo a la cocina y me preparo un sandwich. Mientras camino por el pasillo en penumbra sonrío pensando en la gran jugada que ha sido conocer a Lola. Lo que hoy le he robado será sólo calderilla comparado con lo que puedo llegar a conseguir de ella. Me siento en el sofá, tranquilo, relajado. Pero algo que hay sobre una estantería hace que me quede con la boca abierta y con el bocado a medio tragar.
Me levanto poco a poco y me dirijo hacia allí. Cojo un marco antiguo en el que hay una foto de un niño pequeño, de no más de un año y lo miro como en un sueño.
Justo en ése momento noto como Lola se pega a mi espalda y me dice en voz baja:
- Este es el último secreto que te falta conocer de mi vida, cariño. No te lo dije antes porque no es algo fácil de contar. Ese es mi hijo.
Me giro con la foto en la mano y la miro a los ojos sin decir nada.
- Lo tuve cuando era muy joven y mi carrera empezaba a arrancar. No iba a ser una buena madre, así que... bueno, lo dí en adopción. – me mira expectante, esperando un gesto de apoyo.
Después de unos segundos de tensión, la abrazo, le acaricio el pelo, la nuca.
- Me habías asustado, creía que te ibas a disgustar – me dice mirándome con una lágrima incontenible que rueda por su mejilla.
- Claro que no, mi vida – la beso en la frente, la miro a los ojos mientras sigo abrazándola.

Nos besamos y pongo la foto en su sitio. Ella me mira con ojos picantes y baja su mano hacia mi pene, tocándolo, pero yo no le respondo. Le paso mi mano por el cuello y ella entiende mal el significado de mi gesto. Empieza a agacharse pero yo la agarro más fuerte y le digo..... no, no.
Sin mediar otra palabra, estrello su cara contra la pared, que queda manchada por un círculo de sangre mientras ella cae a mis pies inconsciente y la cara desfigurada.
- No, mamá, no. No es eso lo que yo quería de ti.

lunes, 26 de enero de 2009

De cuando la Realidad molesta a la Política

El pasado día 7 de mayo de 2008 el diario El País otorgó al gran periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez el premio de fotografía Ortega y Gasset.
Al subir a recogerlo leyó el siguiente discurso que a continuación adjuntaré y que al menos a mí me ha hecho reflexionar sobre la cruda realidad que vivimos y todavía más sobre el porqué no se le dió ninguna publicidad, hecho que me hizo lamentar ser parte integrante de la sociedad en la que vivimos, una sociedad que prefiere callar, cerrar los ojos e incluso intentar acallar a los pocos valientes que se enfrentan cada uno a su modo a los implacables mecanismos del poder.
Espero que os guste. La foto que adjunto es la fotografía ganadora, y que muestra a Sofia Elface Fumo, con su hija Alia.
"Estimados miembros del jurado, señoras y señores:
Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo. ….
Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.
No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.
Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.
Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.
Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.
Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.
Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.
Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias."