Bienvenidos a mi blog particular donde espero que os sintáis como en casa y donde están guardadas muchas cosas buenas y no sólo la esperanza como en la caja de Pandora.

Disfrutad y pasad un buen rato, espero que después de recorrer mi Caja Particular salgáis sabiendo algo más de mí. Y por supuesto, cualquier opinión es bienvenida.

Saludos, un beso y un fuerte abrazo. Elo.

jueves, 24 de julio de 2008

Pasea conmigo

"A les nits, des del passeig dels til·lers i les moreres, mirava sovint l’habitació d’ells. Sempre m’ha agradat passejar pel jardí a la nit, per sentir-lo respirar. I quan em cansava i me n’anava xino-xano cap a la meva caseta sentia el viure tranquil de tot el que és verd i de colors a l’hora de la llum."
Mercè Rodoreda. Jardí vora el mar.

domingo, 20 de julio de 2008

domingo, 6 de julio de 2008

La maternidad


Faltan 3 minutos para las nueve de la mañana y como siempre llegamos tarde al colegio.
- Toni, por Dios, date prisa – le ordeno con un tono parecido a un grito ahogado.
El niño se coloca la chaqueta con un mohín y cuelga su mochila en su espalda. Cierro la puerta de casa, le agarro de la mano y empezamos a bajar las escaleras del viejo edificio. El niño da un pequeño traspiés.
- Toni! Cariño! Ten cuidado!! – le regaño mientras le aprieto más fuerte de la mano y yo misma me agarro del pasamanos metálico.
Llegamos al coche y le hago entrar rápidamente en él. Meto también la mochila, mi bolso, mi maletín, un par de bolsas de plástico y su mochila de extraescolares. El cinturón no se lo abrocho, el colegio está a dos calles y tardaré más tiempo en asegurarlo que en llegar a la puerta.
Arranco el coche y giro la esquina rápido, he podido saltarme el semáforo en ámbar. Miro un segundo a Toni por el retrovisor.
- Cariño, ¿llevas todos los libros que necesitas? ¿no te habrás dejado los deberes en casa, eh? – le digo con una sonrisa cómplice pero con un amago de desdén en la mirada.
- Lo llevo todo, mamá.
- Qué serio estás, cariño!, venga sonríe un poquito a tu mami, que te quiere mucho – a lo que el niño responde con una mirada de ausencia hacia la ventana.
Me concentro de nuevo en la conducción. Intento aparcar en segunda fila mientras las madres que ya salen cruzan por el paso de cebra sin ninguna prisa.
- Y encima dirán que van estresadas, ya les daba yo trabajo... – pienso mientras bajamos del coche y corremos hacia la puerta del colegio.
El conserje está esperando a los rezagados con la puerta en la mano y me juzga con ésa mirada de impaciencia y superioridad de casi todos los días, mientras beso distraídamente la mejilla de Toni y éste sale corriendo hacia su clase.
A partir de aquí el ritmo del día se ralentiza para ir cogiendo la velocidad de la rutina normal: la caravana de la autopista, el trabajo, los jefes, el almuerzo rápido, otra vez el trabajo y sin dejar de respirar me veo otra vez en el coche, lanzada en dirección al colegio de Toni.
- ¿qué tal el día, mi amor?
- Bien, tengo hambre mamá, ¿qué me has traído?
- Nada, no me ha dado tiempo. Vamos a la panaderia y te compro un zumo y un croissant, si? ¿quieres que vayamos al parque?
- ¿de verdad, mamá? Qué bien.
Dejo el coche aparcado y caminamos lentamente en silencio hacia el parque mientras a nuestro alrededor otros niños corretean alegres y sus madres caminan unos pasos más atrás en pequeños grupos.
Veo los primeros árboles y el camino de tierro que lleva a los columpios y juegos infantiles.
- Mamá ¿puedo ir a jugar? – me dice Toni.
- No cariño. Ven, vamos a sentarnos en aquél banco y te acabas la merienda.
- Bueno... pero ¿ cuando acabe vendrás a jugar conmigo?
- Vale, cuando termines. – vaya, se dice a sí misma - ¿ y ahora que me invento? Estoy rendida, no tengo ganas de levantarme y además tengo que leerme éste informe.
- ¿Te han puesto deberes?
- Algo – dice el niño mirándose las puntas de los zapatos.
- Pues entonces nos iremos pronto, eh?
- Toni! Toni! Vente a jugar! – es Alex, un amigo suyo.
Suspiro aliviada y le sonrío, diciéndole que ya puede ir a jugar. Abro el maletín, saco una carpeta con el informe y empiezo a leer.
Pasan unos minutos y levanto la vista. Veo a Toni corriendo hacia el tobogán, todo va bien. Me vuelvo a concentrar y pasan lo que yo creo que son varios minutos más. Una gota de lluvia cae sobre el papel. Levanto la vista al cielo: está tormentoso, y caen algunas gotas.
Miro hacia el parque, pero veo menos niños de los que espero, la verdad es que bastantes menos y sólo unas pocas madres que se apresuran a recoger sus cosas para no mojarse con la lluvia que amenaza con caer.
Busco a Toni con la mirada, no lo veo. Recojo distraída los papeles y mi bolso sin parar de mirar a todos los lados.
Empiezo a gritar: Tonii!!
Cuando aparezca me va a oír éste niño, siempre tan despistado, le he dicho que nunca se aleje de mí.
Me levanto y camino sin darme cuenta cada vez más rápido. No veo a Toni por ningún lado, ni a Alex, ni a su madre. Noto cómo se me acelera el corazón: Tonii!!, Tonii!!
Recorro todo el parque, todos los columpios. Nada.
Me acerco a una madre que conozco de vista y le pregunto por mi hijo pero dice que hace rato que no lo ve, que cree que estaba jugando con Alex.
La lluvia hace un rato que cayendo y ya empapa mi blusa, mi chaqueta y mi pelo pegándolo a mis mejillas.
Me paro en seco y miro a mi alrededor. Noto un calor muy intenso en mi pecho y es cómo si no oyera los ruidos de la ciudad. Sólo el silencio y mi voz: Tonii!!, Tonii!!
La respiración se me acelera y a la vez noto que me falta el aire. Veo el rostro de mi hijo en mi cabeza, supongo que deseando verlo aparecer por cualquier sitio.
Entonces empiezo a correr. Al principio no sé hacia dónde pero ni me paro a pensarlo, me da igual, sólo corro. Después me dirijo hacia la parte de atrás del parque donde hay un pequeño bosque. Todos los rincones me parecen iguales y respiro con la boca abierta mientras grito el nombre de mi hijo, que a fuerza de repetirlo de repente parece que mi cerebro no lo reconoce.... Toni, Toni....
Los latidos de mi corazón palpitan en mis sienes y no paro de ver imágenes que se suceden: Toni raptado o atropellado por un coche, herido por alguna caída... y se intercambian con Toni merendando a mi lado, cuando no fui a jugar con él cuando me lo pidió, Toni cuando iba de mi mano ésta mañana en silencio mientras yo le gritaba nerviosa....
Cierro los ojos un momento – Toniii, ven aquí, grito – el agua corre por mi pelo, por mi cara y por toda mi ropa. La ira me invade, todo esto está fuera de mi control.
Una sonrisa irónica aparece en mis labios. Ya sabía yo que no debería haber tenido un hijo, todo es demasiado impredecible, cansado.
- Seré idiotaaa!!! Ja, ja, ja, ja – empiezo a mascullar, a reir de forma extraña, gutural, profunda. Me quiero ir de aquí, estoy cansada.
- Me voy!! – grito. Abro los ojos y vuelvo sobre mis pasos.
Y entonces... veo en el claro delante de mí una rama de árbol caída en el suelo y un pequeño cuerpo interte en el suelo.
El tiempo se detiene hasta que me arrodillo a su lado y agarro a mi hijo en mis brazos. Tiene una gran brecha en la cabeza, los ojos abiertos y aún está caliente pero sé que él ya no está conmigo.
Lo abrazo muy fuerte contra mi pecho, mis uñas se clavan en su carne y su cabeza cae hacia atrás. Una lágrima se confunde con la lluvia, rueda por mi mejilla y cae al suelo. Cierro los ojos muy fuerte y un alarido sale de mi garganta.
Hinco aún más fuerte mis uñas en su espalda hasta que atravieso su piel. No sé cuanto tiempo estoy así.
Me levanto poco a poco y le propino varios azotes a la vez que grito....
- !Cuántas veces he de decirte que no te alejes de mi lado!!!!
Entonces me pongo en pie, lo dejo caer con violencia y corro hacia mi coche bajo la lluvia.

Reflexión de domingo por la tarde

Galopé mientras el viento ondulaba mi cabello y la libertad acariciaba mi cuerpo, pero cuando me detuve las cuerdas ataban más mi alma

La mirada de Daniel


Aparco el mercedes último modelo en el parking exclusivo para clientes del Restaurante que me había aconsejado Elena. Apago el motor y Daniel me besa el cuello mientras me roza un pecho. Nos reímos satisfechos y acabo de colocarme los pendientes, aliso mi pelo rubio y me pinto los labios con cuidado.
Nos bajamos del coche y noto el aire frío que me refresca la cara y todo el cuerpo, todavía acalorado después de haber pasado la última hora haciendo el amor desenfrenadamente en un hotelito discreto.
"No está nada mal este Restaurante", pienso mientras el maître nos acompaña a una mesa situada en el centro del salón y veo que hay algunas caras conocidas: directores de Banco, empresarios y otra gente adinerada. Sonrío para mí misma cuando veo que varios hombres se giran para admirar mi estupendo y cuidado cuerpo.
Daniel camina detrás de mí, con un traje caro de color azul marino que hace conjunto con su camisa y corbata. Es un hombre atractivo, alto, delgado, moreno, de 40 años, recién divorciado aunque un poco tímido. Cuando yo lo conocí era el típico abogado promesa que se acababa de casar con la hija del socio de mi marido en el bufete de abogados donde yo también ejercía de abogada especializada. La atracción fue mutua y en muy poco tiempo se convirtió en mi amante, y de eso hacía ya dos años.
Nos sentamos y me pongo a mirar la carta. Me cuesta decidir porque estoy pensando en cómo decirle a Daniel que lo nuestro se ha acabado. No me importa que él diga que se ha divorciado por mí, yo no quiero ni puedo arriesgar mi status y mi matrimonio con Roberto por una aventura.
Pedimos nuestros platos cuando se acerca el camarero y miro a Daniel fijamente.
- Lo nuestro se ha terminado Daniel.- le digo sin titubear.
- ¿Pero que estás diciendo, cariño? – se quita las gafas y empieza a juguetear con ellas, a mordisquear las patillas, como hace siempre que está nervioso.
- Lo has oido muy bien, esto tiene que acabar. Y no me llames cariño – añado, susurrando.
- No pienso renunciar a ti. Estoy enamorado de ti. Quiero estar contigo, Sofía.
- No voy a dejar a Roberto, lo siento. Lo nuestro no llevaria a nada, y....
- ¿ Quieres decir que no me quieres??... ¿ que he dejado a mi mujer por ti para nada??
- No me interrumpas, Daniel... y yo no te dije en ningún momento que dejaras a tu esposa. – lo miro con gesto frío, mientras toco instintivamente mi collar de perlas.
- No lo entiendo. Me dijiste que me querias.
- Lo siento, supongo que estaba confusa, pero he cambiado.... y ... se acabó.
Nos interrumpe el camarero cuando nos trae los primeros, tiempo que ayuda a Daniel a reaccionar. Cuando nos volvemos a quedar solos, su rostro es imperturbable y su mirada fría.
- Bien, querida.... no te preocupes, lo entiendo. Fue bonito mientras duró. Tranquila, no te culpo de nada.

En ése momento, y sin que me dé tiempo a reaccionar se levanta y me besa en los labios.
- Pero estás loco o queee ¿no sabes que mucha gente de aquí me conoce?
- Solo era un beso de despedida, mi amor.
Su mirada es acerada y tiene una sonrisa extraña y cruel en el rostro. Le miro interrogante y él hace un gesto mínimo con la cabeza señalando detrás de mí. Me giro y veo que mi marido acaba de entrar en el salón con unos clientes y que está mirando hacia aquí.
Un estremecimiento me recorre el cuerpo y un peso me clava en la silla dejándome sin aliento y sin saber qué hacer, pero mi marido se adelanta. Lo veo avanzar hacia nosotros, con aquel andar lento y seguro que le caracteriza y se detiene a nuestro lado.
- Esto le da sentido a muchas cosas, mi querida Sofía.
- Cariño, no sé lo que has visto, pero....
- No, Sofía, no.... deja tu poder de persuasión para otro momento. Se acabó, querida. No vuelvas por casa, ni tampoco por el despacho.
- Pero, cariño.....
Ya es demasiado tarde. Mi marido camina tranquilamente hacia la mesa donde le esperan los dos hombres. Me vuelvo lentamente hacia Daniel, mirandolo sin verlo. Mi vida se ha acabado, todos mis planes, todo mi futuro ha saltado por los aires.
- Bien, supongo que esto lo cambia todo, querida. Ahora no hay ningún impedimento para que estemos juntos.
- Estas loco. Eres un pobre desgraciado que no llegarás a nada.
- Igual que tú, mi amor.
Me invade la ira y sin darme cuenta de donde estoy, mi mano estalla contra su mejilla en una bofetada que hace que la pareja sentada a nuestro lado se gire a mirarnos.
Le miro a los ojos, se ha derrumbado por unos segundos pero la mirada de acero vuelve a sus ojos.
Yo me recompongo y sin decir nada, me levanto, cojo mi bolso y camino hacia la salida.
Casi he llegado al guardarropia cuando me paro y vuelvo la vista hacia el salón, como mirando a lo que es ya el pasado de mi vida.
Entonces veo que Daniel se ha levantado y anda decidido hacia la mesa de mi marido mientras me observa con una intensa mirada. Eso me hace caminar hacia ellos instintivamente. Tropiezo con una camarera, pero no me hace detenerme.... estoy atrapada por los ojos de Daniel.
Estoy a dos pasos de ellos, mi marido sigue de espaldas charlando y Daniel busca algo en su americana. Parece que el tiempo se detiene cuando veo que lo que saca del bolsillo interior es una pistola.
Logro alcanzarlos en ése momento y grito un NOO que me parece eterno cuando noto un golpe seco en el costado, y caigo abrazada contra Daniel, sólo unos instantes, hasta que me derrumbo de rodillas a sus pies, agarrándome un segundo a su cuerpo. Caigo de lado en el suelo mientras veo cada vez más borrosamente cómo cae la pistola a unos centímetros de mi cara impregnada por mi sangre que mancha el suelo, y oigo el sonido de las suelas de sus zapatos corriendo hacia la salida.

Ruta Barcelona - Calella


- Ahí va! Bomboleooo, bamboleaaa!! – voy pensando mientras miro el culo gordo, grandioso, parecido a una mesa camilla que se mueve tres pasos delante de mí. Ahí va el culo de mi suegra!!. Claro, cómo no! Andamos por la bajada del parking a buscar MI coche, porque hoy nos vamos de vacaciones a MI apartamento y mi suegra se ha apuntado en el último momento, y aún así tiene que caminar abriendo la marcha, organizando el cotarro, nuestra vida vamos... y mi mujer, que en éste momento es más su hijita que mi mujer anda con una sonrisa resuelta en el rostro al ladito de su mamá. No caerá la breba de que salgan rodando cuesta abajo.
- Papáá! Ten cuidao, jope, que vas arrastrando mi mochila por el suelo.
- Pues llévala tú, niña.
Llegamos al coche y suelto las 3 bolsas de viaje, la nevera portátil, la sombrilla y la caña de pescar para buscar las llaves en el bolsillo de mis bermudas.
- Pepe, por dios, no apretes así las bolsas de la comida, y ten cuidado con la bolsa que lleva los huevos, ponla encima.
- Si no llevaras tantas bolsas de ropa cabría todo .... se puede saber que coño llevas en todas ésas bolsas? Porque yo lo llevo todo en la más pequeña.
- Si, claro! ¿Y los zapatos? ¿y los neceseres? ¿ y las toallas y las cosas de baño? Tú solo ves tus pantalones y tus cuatro camisetas, y lo demás lo tengo que preparar yo, me tengo que acordar de todo y encima tengo que aguantar que me digas que llevo mucha cosa. Sheylaa, no te he dicho que me ayudes? Tráeme la lámpara nueva que tu padre tiene que meterla. Pepe, no te vayas, hombre, mete la lámpara... pero quítale el plafón que lo vas a romper, bestia.
- Pues métela tu, joder
- Que yo no puedo sola con la lámpara, Pepe, ayúdame.
- Trae anda. Nos montamos en el coche y el silencio dura el tiempo que tardo en arrancar el coche. - Jope, Papa, quita la cinta del Camarón, vaya mierda, joder.
- Sheyla, un respeto a tu padre eh? Y a ver esa boca que como me gire te doy un bofetón.
- Eso es lo que tu te crees
- ¿Qué has dicho??
- Nada
- Niña, cielo, deja a tu padre, vaya a ser que se pierda y no contestes a tu madre. Anda que vaya niños los de hoy día. Le contesto yo así a mi padre o al abuelo y me tortean.
- Ay dejame ya, iaia.
- Sheyla no contestes a tu abuela. Pepe, ¿has cerrado la llave del gas?
- Sii, Pili, si. Anda pásame un cigarro.
- ¿pero conduciendo vas a fumar, hijo? Mi marido decía que no le gustaba fumar cuando llevaba el coche porque se entretenía y podía tener un accidente... mira que como nos choquemos...
- Tranquila, Antonia, que no pasa nada.
- Bueno, yo sólo digo....
Me inclino hacia la radio mientras muerdo con fuerza la boquilla del cigarro. Será metomentodo la vieja. De todo tiene que decir algo. Pongo una cinta de Camela bien fuerte, y me concentro en la autopista, aunque mi placer dura un minuto. Mi mujer abre la guantera y está trasteando entre las cintas de música. Coge una con gesto decidido y pega el cambiazo. Los berridos de la Merche llenan el coche con una de sus canciones lentas.
- Joder, Pili. ¿no puedes poner otra cosa?
- Ay déjame. Tú ponte a conducir no te vayas a despistar.
- Y daleee.
- Papa, vamos a parar que me estoy meando.
- Niña por dios pero si hemos salido hace sólo media hora.
- Pero tengo pipi.
- Pues haber meado en casa, ahora ya no paro hasta que lleguemos.
- Pepe, que no te cuesta nada parar un momentillo ahí en un ladito.
- Me cago en la leche, te quieres callar, Pili? ¿ahí me voy a parar, en el arcén? Que te calles.
- Pero hijo, que la niña se está meando.
- Que se aguante.
- Pues yo digo que si la niña se está meando le podias hacer caso a tu mujer, y...
- Antonia.
- ¿Qué?
- Nada.
Los siguientes diez minutos los hacemos en silencio hasta que vemos una señal con la próxima salida de un área de servicio.
- Mira, Pepe, ahí nos podemos parar.
- Y mira que estamos a diez minutos del apartamento y tener que parar ahora...
- Pepe que te pasas la salida.
- Pili, jodeerrr, que no me la paso, aquí quién lleva el coche, a ver. Ala, salir corriendo al váter.
Subimos otra vez al coche. Me enciendo otro cigarro y mi suegra se pone a toser fuerte. No se ahogará la madre que la parió.
- Mama, tengo hambre.
- Me cago en diossss
- Sheyla espérate que ya llegamos y enseguida hago la cena.
- Pero, ¿no has traído galletas?
- Ahora ya no comes galletas que luego no cenas.
- Jo, que sí que ceno.
- Que te he dicho que no y ya está.
- Pili, dale una galletita a la niña que no pasa nada.
- Mama, no te metas que ya le he dicho que no.
- Pero si unas galletas no son nada.
- Mamáa.
Llegamos a la puerta del apartamento, aparco el coche y empiezo a subir todas las bolsas al séptimo piso. Lo dejo todo en la entrada y respiro por fín tranquilo. Mi mujer y mi suegra están ordenando todo y mi hija se sienta en el sofá hablando por el móvil. Me acerco a la nevera y cojo una xibeca.
- Pepe, abre la llave del agua.
- No me dejarás descansar, con lo cansado que estoy.
Cojo la cerveza y me siento en una silla blanca de plástico en el balcón, mirando a la gente que pasea por la calle y respiro tranquilo.

Fiesta fin de curso de Aula de Escritores


Se acabó y ésta vez no se añade el "por fín" , sino el "que lástima". Una de las mejores experiencias de mi vida: hacer un curso de escritura creativa, donde creo que he aprendido a escribir un poquito mejor, y donde además he conocido a gente tan especial y maravillosa.
En la foto no estamos todos, faltan Juan y Nuria, que no pudieron venir a la fiesta de fin de curso que ofreció el Aula, y nuestro profesor de casi todo el curso, Sergio, qué gran profe.
Os detallo la foto:
De pie de izq a derecha: Daniel, el profe, Sebas, Monica, Jeremy, Angels, yo, Maite y Carmen.
Abajo: Xavi, Dave, Lucia, Carles y Rosa.
Bueno, según todos los indicios, el año que viene seguiremos juntos en otro curso, el de Narrativa... espero veros a todos ehhh??. Un beso y un abrazo muy fuerte, chicos.

Ya nada es lo que parece


Las puertas con alarma antirrobo de la sección de perfumería se activan justo cuando una pareja de chicos y yo pasamos a través de ellas.
Se oye un ruido ensordecedor, las luces rojas se encienden y se apagan, el alboroto hace que todo el mundo se gire a mirarnos y un guardia de seguridad alto y corpulento se acerque rápidamente.
La pareja de adolescentes está parada y los miro con recelo mientras coloco de manera exagerada el bolso debajo de mi brazo.
Intento disimular los nervios retocándome el pelo recién cortado, alisando mi blusa de Carolina Herrera, acariciando las perlas de mi collar y vuelvo a mirar a los chicos, con cara de reproche y desaprobación.
Por supuesto, cuando llega hasta nosotros el guardia de seguridad nos mira a los tres, pero sólo les pide a ellos que les enseñen sus mochilas, mientras me dirige una sonrisa educada indicándome que ya puedo marcharme.
Salgo de la tienda y el aire frío de la calle hace que respire con más tranquilidad, a la vez que mis mejillas dejan de estar sonrojadas.
- Hola, Pilar. ¿Qué haces aquí parada?
Es mi vecina del cuarto, Carmen, una mujer de mediana edad, creo que debe tener un par de años más que yo, aunque pienso con una sonrisa irónica que parece que haya llegado ya a los 50, tanto por las arrugas que la surcan el rostro como por el mal gusto que tiene para vestir.
- Ya ves, Carmen. Salía de comprar unas cremas y unos jóvenes estaban robando en la tienda. ¡He pasado una vergüenza! Ha sonado la alarma justo cuando salía. Y mira que parecían unos jóvenes muy normales. En fin, ya nada es lo que parece.
- Vaya por Dios!! Si es que ya no se puede estar tranquilo en ningún sitio. Cada día hay más violencia. Siempre que salgo de casa voy nerviosa pensando en que me pueden atracar o algo peor.
- Y que lo digas!! Bueno, me voy que aún he de comprar algunas cosas más.
La dejo atrás y paseo avenida abajo mirando los escaparates. Llego a una óptica y entro para mirar la nueva colección de gafas de éste invierno.
Hay media docena de personas en la tienda y un par de dependientas, pero al ver mi aspecto de señora de 40 años vestida de alta costura, se acerca rápidamente una atractiva dependienta de unos 30 años, pensando ya en la venta segura.
Le pido que me enseñe las nuevas gafas de Versace, de Gucci y de otras marcas y me trae una docena. Pongo las mías también en el mostrador y ella las admira diciéndome lo bien que enmarcan mi rostro.
Se levanta para traerme algunas más y yo sigo probándome gafas. Me miro en el espejo con unas gafas verdes que me han llamado la atención.
Entonces noto cómo empieza a rondar de nuevo por mi mente aquél impulso. Estas son maravillosas, mejores que mis gafas actuales, además..... ahora mismo no mira nadie. Sólo sería un pequeño movimiento, nadie lo notaría, podría hacer como si buscara algo en el bolso, el móvil por ejemplo.
Creo que me estoy sonrojando, noto un nudo en el estómago. Pongo las gafas verdes junto a las mías, agarro mi bolso del suelo y lo pongo en mi regazo. Miro una vez más a mi alrededor..... no hay peligro.
Abro el bolso, cojo el móvil, acerco la mano al mostrador.... y mientras meto mi mano en el bolso sonrío a la dependiente que ya se acerca con mi reluciente dentadura.
Diez minutos más tarde salgo de la tienda y vuelvo a respirar. Cojo un taxi y llego a casa enseguida. Sin quitarme el abrigo subo las escaleras, entro en mi habitación cerrando la puerta detrás de mí.
Me siento en el borde de la cama y abro el bolso: dentro de mí hay una explosión de sentimientos, mi corazón palpita, me siento viva de nuevo mientras noto a la vez alegría, triunfo, remordimiento y codicia.
Ahí está todo: unos pendientes de alta bisutería, el nuevo perfume de Chanel con mis nuevas gafas verdes.
Vuelvo a pensar en Carmen y sonrío: es cierto, ya nada es lo que parece.

Billie Holiday


Era apenas una niña y un día entré en una tienda de discos. Había escuchado un tipo de música que apenas conocía, el jazz, y decidí investigar y comprar alguna cosa.... mira por donde el disco que cayó en mis manos fué de la reina del jazz, Billie Holliday.
Cuando llegué a casa y empecé a escuchar una canción tras otra sentí que había encontrado el tipo de música que más me llenaba y me identificaba.... y además.... que descubrimiento..... creo que Holliday es la voz que refleja mejor los sentimientos y se deja guiar por la melodía.
Billie según dicen vivió dramas tanto dentro como fuera de sus canciones. Una corta vida para una gran artista. Ella me hizo adentrarme en el jazz, en sus cantantes y sus instrumentistas y disfrutar también del sonido del saxofon abrazándose a su voz. Qué grandes genios nos ha dado la música...

sábado, 5 de julio de 2008

Mercè Rodoreda


Hemos tocado la pintura, el cine, la música y cómo no... le toca el turno a la literatura y una de sus escritoras más importantes es Rodoreda. Supongo que no hace falta decir que es mi escritora favorita. He leído casi todas sus novelas y es maravilloso dejarse mecer por los sentimientos y las historias que nos cuenta Mercè. Es más, el otro día pensaba en volver a releer algunos de sus libros porque nosotros también estamos en constante cambio y quiero volver a experimentar las sensaciones que me despertó en su momento y ver si son las mismas.
¿Novelas a destacar de Rodoreda? ufff... es algo tan personal: mis preferidas son... "Jardí vora al mar", "Aloma", "Mirall trencat" y "El Carrer de les Camelies".
Los mundos que crea en cada uno de sus escritos son tan evocadores... y sí, lo reconozco, bastante femeninos. Empiezo a plantearme si no me dejo llevar demasiado por mi visión sentimental de la vida jajajja
¿Es normal maravillarse por el intenso color verde de una hoja en primavera o debería pasar por delante de ella mirándola sin verla? .... mmmm.... creo que no, no podría. La seguiré mirando como la miraría Rodoreda. Supongo que por éso me gusta tanto el mundo literario, soy una soñadora. Una soñadora que le encanta dejarse llevar despierta a ésos mundos que se inventan tantos y tantos escritores y cómo no, Mercè.