Bienvenidos a mi blog particular donde espero que os sintáis como en casa y donde están guardadas muchas cosas buenas y no sólo la esperanza como en la caja de Pandora.

Disfrutad y pasad un buen rato, espero que después de recorrer mi Caja Particular salgáis sabiendo algo más de mí. Y por supuesto, cualquier opinión es bienvenida.

Saludos, un beso y un fuerte abrazo. Elo.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Foxy Lady


¡Zorra!
¡Zorra, zorra, zorra, zorra!
No puedo creer lo que está pasando por culpa de esa zorra. Es de locos.
No deberían estar pasándome estas desgracias, soy una persona normal y corriente, no me merezco toda esta mierda…
Me tengo que calmar. No puedo ir de esta manera a la Policía…¡Zorra!
Todo empezó cuando me dijo que estaba embarazada. La muy zorra me había dicho que tomaba la píldora. Puta mentirosa, hay que estar mal de la cabeza para ser así de falsa. Lo que empeoró todo fue cuando me dijo que quería tenerlo. ¡Quería tener al puto niño! Había perdido el norte, se había vuelto loca. ¡Como iba la muy zorra tener un hijo mío!
Por mucho que intenté convencerla de que era una locura, ella me dijo que, con mi consentimiento o sin él, tendría a nuestro hijo y aquí se plantó. Esto me hizo valorar la situación y tomé una decisión. Esto no podía ser, esto no podía continuar.
Laxatin 400, dos cajas. Dormipharm cápsulas, una caja. 12,36€. Internet es un invento abominable donde un cualquiera como yo puede aprender como producir artificialmente un aborto. Hay gente que está realmente enferma de la cabeza que te aconseja sobre el asunto en repugnantes foros y chats sobre la muerte y la decadencia humana. Es muy triste.Una pastilla del laxante diluida en una bebida, una vez por la mañana y otra por la noche. Una cápsula del somnífero mezclada entre la comida en cada cena. Así durante dos semanas y el feto en gestación moriría silenciosamente produciendo en ese momento dolores fuertes y agudos al vientre de la madre hasta que ésta expulsase el pequeño cadáver como quién escupe un chicle al que se le ha ido el sabor.
Pero la muy zorra estuvo dos semanas con el tratamiento, ¡y nada! Y hasta tres, ¡y nada!
La rutina del veneno fetal no servía de nada. Putos freaks de internet, además de estar enfermos no tienen ni puta idea…
Perdí los nervios. Una noche, La Noche, decidí aumentar la dosis y acabar con esto de una puta vez. Ocho pastillas de Laxatín dosificadas entre el vino, agua y té que tomó acompañando su ensalada de pasta fría con el contenido de tres cápsulas de Dormipharm entre macarrón y macarrón.En la sobremesa se empezó a sentir mal. Por esto mismo se fue a la cama antes de tiempo, “a ver si se le pasaba”. Me quedé en el salón mirando la tele y esperando nerviosamente a que pasase algo. “¡Aborta zorra, aborta zorra!” era lo único que podía pensar en esos momentos.Oí un ruido. Ella salió disparada de la habitación hacia el baño. Ahora me tocaba actuar: “¿Te pasa algo cariño?” y salí tras ella. Recibí como contestación un gran pedo de camionero seguido de otros menos potentes síntoma de una gran diarrea. Ella gemía del dolor. Estaba pálida, tanto como el mismo wáter y le caían gotas de sudor de la nariz, barbilla y orejas. El pelo pegado a la empapada cara y solo gemía y gemía.
Entre flatulencia y flatulencia le preguntaba si estaba bien. Flatulencias ronroneantes cargadas de excremento líquido, gases que solo salían acompañadas de ruido y residuo, pedos que ametrallaban la mierda por todos lados… Olía a podrido y eso me hizo pensar en el feto ya muerto. “Escúpelo zorra, expúlsalo ya.” Luego pegó un gran chillido y se llevó las manos al vientre. Se dobló de dolor. Gimió y siguió gimiendo. “Escúpelo zorra…” Luego dejó de gemir. Se quedó doblada con la cabeza entre las rodillas y las manos en el vientre. Los pedos siguieron durante un minuto más y perdiendo fuerza. Había perdido el conocimiento. La levanté y la metí en la bañera para lavarla. Luego miré en el wáter. Vi ahí, flotando, justo en el centro de toda la mierda que teñía de marrón todo el interior de la taza, a mi hijo. Tan pequeño como un haba. Lo miré durante unos minutos. Luego tiré de la cadena. Miré a la desmejorada madre. Me sentí tristemente aliviado.Empecé a ducharle con agua fría para lavarla y despertarla. Habría que llevarla al médico.
Me di cuenta de que algo iba terriblemente mal. Ella no respiraba.¡La muy zorra no respiraba! Le puse la mano sobre el pecho. No le latía el corazón. ¡La muy zorra se me había muetro! Se me había cagado hasta la muerte. Vaya forma tan glamorosa de morir… ¿Cómo podía hacerme algo así? Siempre tenía que tener la última palabra, siempre tenía que joderme en todo. ¡Zorra, zorra, zorra, zorra!
No podía acudir a un hospital o a la Policía, me culparían a mi de su muerte y me encerrarían de por vida. La sociedad me consideraría un monstruo. Pensé en Papá y Mamá. ¿Qué pensarían de mi si pudieran levantar la cabeza de sus tumbas? Me sentí avergonzado de la vida que había llevado hasta ese momento. Derramé unas lágrimas de tristeza y otras de rabia. Esto tenía que ser un secreto que llevase a la tumba. Pensé en frío. Tenía que deshacerme del cadáver. Lo tenía que hacer sin levantar sospechas. La mal nacida solo me proporcionaba un problema tras otro, menuda puta. Pensé que después de deshacerme del cadáver, esperaría cuatro días y luego denunciaría su desaparición a la Policía, este sería mi plan.
No me vi con el valor de llevarla en el coche hasta un bosque y enterrarla. Trocearla y tirarla metida en bolsas de basura en varios contenedores de basura distintos me parecó muy arriesgado. Pensé en la picadora de carne que me había regalado Papá. No lo dudé más. Encendí el cacharro del infierno. Siempre me había dado mucha grima su sonido. “Ten cuidado con los dedos” me decía ella siempre que yo picaba carne. Por esta razón decidí comenzar con sus manos. Me sorprendió la facilidad con la que trituraba tanto carne como uñas y huesos. Pronto me di cuenta que tendría que cortar su cuerpo en pedacitos pequeños para que cupiesen en la picadora. Esto lo hice en la bañera y con los cuchillos que me regaló Mamá. “Papá, Mamá, ahora no miréis.”
Cuando la tuve picada entera la separé en raciones de 250gramos envueltos en film transparente. 156 paquetes individuales que guardé uno a uno en el congelador y de las que me iría deshaciendo poco a poco, sin levantar sospechas. Luego tuve que limpiar toda la sangre de la bañera y cocina. La zorra sangró como una puta cerda. Me costó la vida limpiarlo todo bien, para no dejar marca. Cuando terminé ya había amanecido.
“Cuatro días” pensé. Cuatro días e iría a la poli a denunciar su triste desaparición sin rastro…Cuatro días… ¡Ya han pasado ocho y aún no he tenido los cojones de ir!. Si no voy ya se me podría considerar sospechoso de su desaparición. Pero estoy demasiado nervioso, al fin y al cabo soy una persona normal y corriente. La muy zorra siempre me causa problemas, uno tras otro… Zorra… Tengo que controlar mi rabia hacia ella. No pueden notar que odio a esa zorra por lo que me ha hecho… Creo que estoy listo.Bueno. Aquí estoy, frente a la comisaría. Tres… Dos… Uno…¡Allá voy!
-Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar?- me pregunta un policía detrás de la ventanilla.
-Vera agente… Esto… Como le diría yo esto… Yo creo… Creo que…
-Tranquilícese señor,¿qué me quiere contar?
- … que la muy zorra de mi hermana, ha desaparecido …

(Por gentileza de David Finch)