"(...)Ahora poseía una seducción casi irresistible, que no dejaba de excitar la altivez de su semblante cuando se sentía mirada. Pero como acontece con frecuencia en rostros semejantes, nada era comparable a su dulzura -dulzura de la boca, de las mejillas, de la sonrisa, de los largos pliegues de los ojos, cuando Alicia sonreía. Acariciaba, se entregaba toda ella en ternura al sonreir. Y era tan vivo el encanto cada vez que el grave rostro de Alicia se deshacía en esta sonrisa, que Morán no oía lo que ella hablaba - por sonreir a su vez."
Horacio Quiroga. Pasado Amor
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