Todo empezó el martes, al lado de la fotocopiadora. Sí, ya sé que no es demasiado romántico, pero mira como se conocieron Scarlett O’Hara y Rhett Butler, en el momento en que a ella le daba por estrellar un jarrón contra una chimenea.
Pues estaba yo aporreando la bandeja de alimentación que según me decía la pantallita electrónica había un "atasco de papel bandeja 1" . Estaba tan atareada en ello que no me dí cuenta de que alguien se acercaba por detrás:
- Si sigues así te la vas a cargar – identifiqué al instante aquella voz tan masculina.
- Jeje.... esto... no, es que no sé porqué me dice que aún está bloqueada.... hola, Luis.
- Buenos días, Julieta. A ver, déjame que te ayude. Mira, abres esto una o dos veces y... ya está.
- Vaya, gracias.
- Estás cada día más guapa, eres la más linda del departamento, ¿sabes?. Al final voy a tener que invitarte a cenar.
- Jajaja no seas tonto, anda Luis – le dije mirando las fotocopias para intentar que no se me notara demasiado el sonrojo.
- ¿porqué? ¿no te gusta salir con compañeros de trabajo?
- No es eso...
- ¿entonces te vendría bien éste sábado? Podríamos ir a cenar y luego a tomar una copa, ¿qué te parece?
- Bueno, pero... no sé, bueno, sí, de acuerdo.
- Muy bien preciosa, entonces te paso a recoger por tu casa el sábado a las nueve, luego me das tu dirección. Y ahora te dejo que tengo prisa – me dijo despidiéndose con una blanca y perfecta sonrisa y un guiño de aquellos ojos azules como el mar.
Dios mio!!! Luis Vidal me acababa de invitar a cenar!! Cuando se lo diga a las demás se van a morir de envidia!! Luis Vidal!! El último fichaje de la empresa, un abogado inteligente, simpático y guapísimo, del que nada más aterrizar aquí yo ya había caído rendida a sus pies... y éste sábado íbamos a salir juntos!!.
Pasé el resto del día flotando en un estado de alegría y de euforia que duró hasta que llegué ésa tarde a casa. Entonces fue cuando mi cabeza encendió la luz de alarma... ¿estás lista y a punto para la cita del sábado?, me pregunté.
Pasé el resto del día flotando en un estado de alegría y de euforia que duró hasta que llegué ésa tarde a casa. Entonces fue cuando mi cabeza encendió la luz de alarma... ¿estás lista y a punto para la cita del sábado?, me pregunté.
Corrí hasta el espejo y me miré detenidamente. Dios mio!! Tenía que pedir hora en la estética: tenía que hacerme una depilación completa (por si acaso, claro. Estábamos en invierno y una no lleva éste tema a rajatabla como en verano), también me haría una mascarilla facial ... y ya de paso, porqué no, me arreglaré las uñas. ¿Y el pelo? Bueno, está bastante bien, pero el viernes por la noche me haré otra mascarilla para que se vea bien brillante.
Así pasaron un par de días más y sin darme cuenta llegó el sábado por la tarde. Estaba bastante nerviosa, así que decidí darme un baño de espuma relajante, bien largo y calentito. Puse música de fondo y me metí en la bañera.... ¿porqué no disfrutar de la sensación de la expectativa, no?. Después me sequé, me peiné y me maquillé; y envuelta en una toalla me planté delante del armario.
Ahora venía lo más complicado: y es que es para una mujer es tan dificil escoger la ropa que va a llevar en la primera cita porque ha de arreglarse para gustarse no solo a sí misma, también depende de con quién va, a dónde va y para qué va. Bien, pensemos: Luís Vidal, así que seguramente me llevará a un buen restaurante, debería escoger algo arregladito.... pero luego nos vamos de copas, así que será mejor algo que no sea demasiado formal.
Ahora venía lo más complicado: y es que es para una mujer es tan dificil escoger la ropa que va a llevar en la primera cita porque ha de arreglarse para gustarse no solo a sí misma, también depende de con quién va, a dónde va y para qué va. Bien, pensemos: Luís Vidal, así que seguramente me llevará a un buen restaurante, debería escoger algo arregladito.... pero luego nos vamos de copas, así que será mejor algo que no sea demasiado formal.
Empecé a pasar perchas hacia un lado y hacia otro: sacaba un vestido...
¿éste vestido rojo? Mmm no, me sienta muy bien, pero me marca demasiado las curvas y parecería una buscona. – filosofaba tirándolo encima de la cama.
¿Y éstos pantalones con ésta blusa? no: demasiado formal, parecería que estoy en la oficina, y me encantaría seducirle – pensé, soltando una sonrisita.
¿Y los tejanos que me compré la semana pasada? Me hacen muy buen culo. Sí, decidido. Ahora la parte de arriba mmmmm – rebuscaba por las estanterías y los jerseys – veamos, ¿y si me pongo mi "camiseta de la suerte": se trataba de mi camiseta Custo que me regalaron mis amigas para mi cumpleaños. Era moderna, divertida, sofisticada y además insinuaba pero no enseñaba.
¿éste vestido rojo? Mmm no, me sienta muy bien, pero me marca demasiado las curvas y parecería una buscona. – filosofaba tirándolo encima de la cama.
¿Y éstos pantalones con ésta blusa? no: demasiado formal, parecería que estoy en la oficina, y me encantaría seducirle – pensé, soltando una sonrisita.
¿Y los tejanos que me compré la semana pasada? Me hacen muy buen culo. Sí, decidido. Ahora la parte de arriba mmmmm – rebuscaba por las estanterías y los jerseys – veamos, ¿y si me pongo mi "camiseta de la suerte": se trataba de mi camiseta Custo que me regalaron mis amigas para mi cumpleaños. Era moderna, divertida, sofisticada y además insinuaba pero no enseñaba.
Me probé los tejanos y la camiseta y me miré al espejo de frente, de perfil -sí, buen culo, no se me nota mucho la tripa, genial.
Luego me agaché y rebusqué debajo de la cama, que era mi zapatero personal. Saqué unas botas y unos zapatos negros con tacón. Me probé uno de cada a la vez y me estaba mirando ensimismada al espejo, ahora poniéndome a pata coja de un pie y viendo el efecto, ahora poniéndome del otro pie, cuando sonó el móvil. ¿Quién sería a éstas horas?.
Luego me agaché y rebusqué debajo de la cama, que era mi zapatero personal. Saqué unas botas y unos zapatos negros con tacón. Me probé uno de cada a la vez y me estaba mirando ensimismada al espejo, ahora poniéndome a pata coja de un pie y viendo el efecto, ahora poniéndome del otro pie, cuando sonó el móvil. ¿Quién sería a éstas horas?.
Miraba a mi alrededor buscándolo por encima de los muebles andando descompensada-mente por culpa de la diferencia de altura de los tacones y a la vez miraba mi reloj de muñeca: las ocho y diez. Por fín lo localicé al lado del ordenador y miré la pantallita iluminada: "Luis Vidal".
- ¿Sí? – intentaba poner una voz despreocupada mientras mi mente bullía con mil ideas: nerviosismo, alegría, sorpresa...
- Violeta, hola guapa.
- Hola Luis, dime.
- Verás, es que hay un pequeño problema. Me ha llamado mi hermano que ha de acompañar a su mujer a una reunión y tengo que quedarme con mi sobrino, no tienen otro canguro y no les he podido decir que no.
- Oh, vaya – mascullé mientras arrascaba con una de mis perfectas uñas pintadas la superfície de la mesa.
- Me vas a matar ¿verdad?, pero es que no he podido llamarte antes. Lo siento preciosa, ya quedaremos otro día. Hablaremos en la oficina, ¿te parece?
- Sí, claro, por supuesto, tranquilo que no pasa nada – arrastraba las últimas palabras al colgar la llamada, dejar el teléfono sobre la mesa y mirarme en el espejo. Alternaba la rabia de mi idiotez con un odio incontenible que me recorría el cuerpo contra el mentiroso malnacido de Luis Vidal, que no había pensado siquiera que alguien como yo podría haber investigado su vida y sabría perfectamente que era hijo único.
3 comentarios:
Hombres,hombres...
Si es que al final siempre acaban fastidiándolo todo. Vaya torpeza.
Me ha gustado el texto pero estaría bien hacer una segunda parte con venganza servida en plato frío, ¿te animas?
Jajajaja buena idea! Prometo trabajar en la próxima entrega.
Gracias por la visita. Un beso.
Estupendo!!! Yo también quiero una segunda parte por favor :)
Publicar un comentario